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lunes, 30 de junio de 2014

¿Cómo seleccionar un libro?


Mucho se habla de que los niños y los adolescentes no leen, que cada vez están más expuestos a la tecnología, que no invierten su tiempo en tomar un libro y hojearlo; es tanta la inmediatez del acceso al videojuego y a la televisión que nos dicen: No tengo tiempo para leer”.


Es importante crear espacios en el día para que lo dediquen a la lectura. Si desde pequeños no los estimulamos, lo más probable es que otras actividades nos terminen ganando la batalla.

Por ello, a continuación proponemos una serie de pasos que le permitirán escoger un libro de acuerdo con la edad e intereses de su hijo. Debe tomar en cuenta que el libro debe ser elegido según sus gustos, no necesariamente le tiene que agradar a usted, pues será él quien disfrute de la lectura.

  • En los primeros años, los libros para el niño funcionan como juguetes, estos deben ser visualmente atractivos y las imágenes tan reales, que le permitan reconocer con claridad los objetos.
  • Observe si existe una relación armónica entre la figura y el texto (que aumentará gradualmente según la edad). Procure que los textos contengan rimas y canciones que el niño disfrute.
  • A medida que los niños van creciendo, empiezan a tener preferencias por determinados temas: algunos muestran afición por los dinosaurios; otros, por los planetas… Averigüe cuál es el de su hijo, converse con él; busque sus personajes favoritos e incluso sus dibujos animados; muchas veces los encontraremos en las librerías en el formato de historietas.
  • Desde los siete hasta los diez años, los temas pueden ser de aventuras, viajes de misterio, detectives, versiones narradas de leyendas que inviten a la ficción, las historietas también son una buena alternativa.
  • Los pre-adolescentes van cambiando sus intereses, se perfilan más por las relaciones sociales, sus temas son realistas o contemporáneos, tales como el divorcio, el enamoramiento, etc. Prefieren la novela policial, autobiográfica, e incluso la novela negra o de terror.

  • Para el hijo joven, los padres normalmente buscan libros que lo “ayuden”. En ocasiones esto es un error muy común. La no debe ofrecer modelos de conductas intachables, debe presentar personajes creíbles y coherentes con diferentes matices morales, a veces contradictorios, que estén bien construidos, con una evolución psicológica acorde al desarrollo de la trama.
  • Si el niño o joven no sabe qué libro elegir, puede incentivarlo a que pregunte a sus compañeros, amigos y familiares por los libros que suelen leer. Que le den una reseña de lo leído a fin de que se interese en profundizar sobre el tema.
  • Siempre que sea posible, hay que elegir el libro con el niño y conforme crezca vaya dándole libertad para que elija sus lecturas.
  • Una de las formas de preservar este hábito es intercambiando libros con sus compañeros. Así se animarán unos a otros a seguir leyendo, a compartir historias y, sobre todo, a recrearlas en su imaginación.
  • Tendrá una mejor idea de lo que trata el libro si lee las reseñas o las citas de la parte posterior e interior de las portadas de los libros. Que pueden ayudarlo también a la hora de escoger nuevos libros.
  • Si encuentra un libro que le guste, es importante que se tome unos minutos para leer las citas, investigar que autores elogian el libro, o leer algunos párrafos, puede ser que todo eso lo atrape.
  • Si es niño, ponga usted énfasis en lo que le lee, hágalo interesante, déjelo con el misterio para que se anime a continuar leyendo.


Por último, siéntese con él y disfruten de un libro. Todos aprendemos por imitación: si el padre es un modelo de buen lector, su hijo también lo será. Dese un tiempo y disfrute con él de un momento de tranquilidad en compañía de un buen libro.

Por Regina Angulo Romero

domingo, 8 de junio de 2014

Actividades en AMIGUITOS

Estas son algunas de las actividades que estamos desarrollando en un Comedor comunitario, AMIGUITOS de parque Peña, Camet.

Comenzamos charlando con la gente del comedor acerca de los intereses y necesidades, y decidimos en conjunto proponer a los chicos un espectro de actividades lúdicas y artísticas, para sobre la marcha ver sus gustos y preferencias. Nos dimos cuenta que había dos actividades que les atraían muchísimo: la PLÁSTICA y los RITMOS MUSICALES. Buscando como equipo coordinador dar un eje a los talleres, y aprovechando que en agosto se festejan los dos años del Comedor con “gran fiesta gran”, pensamos que era una buena oportunidad para armar una intervención con  los chicos como protagonistas. Serán ellos quienes agasajen a sus invitados con SUS producciones.

Y así, pusimos MANOS A LA OBRA!!! Desde la plástica nos abocamos a la fabricación de antifaces, collares, y otros elementos para caracterizar a los personajes; mientras que también construimos instrumentos con materiales naturales y reciclados: botellas, semillas, caracoles, palos de escoba, etc. Aunque no lo crean, TODO SIRVE a la hora de ser CREATIVOS y EXPLORAR los sonidos!!!!

¿Qué vamos  a hacer con eso? Armaremos canciones con ritmos conocidos, proponiendo letras, y las tocaremos al ritmo de nuestros instrumentos, caracterizados con lo que produjimos en el taller de plástica. Pero no sólo eso: se trata de incentivar a los invitados a participar, haciendo una INTERVENCIÓN URBANA por las calles del barrio!!!

Hasta ahora, la confección está a pleno y hay madres entusiasmadas en participar. De eso se trata, de que LA CULTURA SEA UNA PRODUCCIÓN DE TODOS!!!

sábado, 7 de junio de 2014

Walsh Según Galeano




Eduardo Galeano describe su amistad y admiración por aquel militante, periodista, poeta y revolucionario Rodolfo Walsh. Destaca su pluma y su militancia, relata momentos compartidos y lo compara con Ernesto Che Guevara.


¿Cómo se conocieron?
Creo que la primera vez que estuvimos juntos, con tiempo para conversar, para compartir; fue en Cuba. Coincidimos los dos como jurados de la Casa de las Américas. Debe haber sido cerca del 70, y nos entendimos muy bien; veníamos caminando caminos muy parecidos y a los dos se nos ocurrió la misma idea: queríamos ir a ver una fábrica de tabacos, queríamos ver cómo se hacían los habanos. Y entonces pedimos que nos lleven, éramos nosotros dos no más; al resto no le interesaba.

¿Cómo fue esa visita?
Conocíamos ya las mentas, lo que se contaba del asunto, y ahí fuimos a una planta de creación de habanos. Ahí estaban todos esos magos del tabaco trabajando contra el mundo, y -para nuestra sorpresa- nos encontramos que estaban leyendo Operación Masacre.

¿Los trabajadores?
Sí, porque hay una vieja tradición cubana -que no la he visto en ninguna otra parte del mundo- que viene de los tiempos coloniales, según la cual en las plantas de tabaco hay un lector. Un tipo que esta arriba, sentado en un pupitre, leyendo.

¿Y justo estaban leyendo el texto más reconocido de Walsh?
Ellos nos decían que fue casualidad, pero yo no lo creo; yo pienso que ellos sabían que iba Rodolfo. Recuerdo que entramos los dos a la fábrica, y le digo: -Rodolfo, están leyendo Operación Masacre. Y él, que era muy guardado en la prosa y en la vida, en lo escrito y lo vivido, se emocionó.

¿Este es el primer recuerdo que tenés de él?
Lo primero que recuerdo es un raro acto de emoción que lo desbordó. Ese lector, en una planta de tabaco de Cuba, lo había desbordado.

¿Qué admirabas de él?
Rodolfo venía de distintas experiencias, que se juntaron en él como arrollitos que se unen en un río. Era traductor, era un estudioso de la literatura que consiguió trabajar con éxito en algo que a mí me gustaría ser capaz de hacer: en cuestionar, romper, las fronteras entre los géneros. Con un agregado, porque también peleó para que se reconociera el periodismo como un género literario. Luchaba contra quienes encasillaban al periodismo como una actividad subalterna; metida en los suburbios.

¿Su actividad marcó un antes y un después en el periodismo?
Sin dudas. Fue uno de los que mejor demostró la necesaria valorización del periodismo. Otros lo habían hecho antes, habían demostrado -como él- que el periodismo es y debe ser un género literario. Porque la literatura es el conjunto de mensajes escritos que emite la sociedad, tengan la forma que tengan.

Él tuvo la capacidad de adecuarse a varios géneros.
Fue un gran escritor tanto en sus obras de teatro como en sus crónicas y sus artículos. Rodolfo trabajó por la verdad sabiendo que la verdad no es una nunca, sino que hay tantas verdades posibles como las vidas que las vivieron. Y sabiendo también que hay que separar la paja del grano, que nos han mentido mucho y que es hora de empezar a recuperar las cosas como son o como por lo menos hemos sentido que fueron; que seamos honestos a la hora de transmitirlas.

Operación masacre revolucionó la manera de comunicar un hecho real
Por eso creo que Rodolfo fue un gran maestro. No sólo por el coraje con el que supo ver lo que fue como fue, aunque doliera -y a veces por cierto que duele mucho-, sino por su alto talento para transmitirlo, para transmitir el horror con belleza; y eso si que suena paradójico. Por lo que supe de él las veces que compartimos algunos cafecitos, algunos vinitos, algunas palabritas, algunos silencitos; estoy seguro de que sí él estuviera acá se podría muy incómodo, tragaría saliva y trataría de irse.

¿Qué lo distinguía?
Creo que en algo muy importante, Rodolfo y el Che se parecían: en la identidad de la palabra y el acto. El Che se ha ganado el lugar que ocupa en la cabeza y en el corazón de tanta gente joven porque en él se dio este raro milagro del encuentro de la palabra y el acto. Dos cosas que, por lo menos en América Latina -y sospecho que en el mundo entero- andan siempre divorciadas. Entonces, cuando se encuentran por accidente, ni siquiera se saludan. Y en algunos seres humanos en los que la palabra y el acto se encuentran, como pasó con el Che, hacen que ese hombre sea capaz de seguir naciendo porque hizo lo que decía y dijo lo que pensaba.

¿Veías lo mismo en Rodolfo?
Él también fue así, él siempre fue consecuente; consecuente hasta con lo que probablemente fueron sus errores, aunque yo no soy quien para juzgar a nadie y menos a mi amigo y maestro. Pero siempre fue consecuente. No vivió ni mentido ni mintiendo, no usó ninguna mascarita para andar por ahí. Rodolfo eligió, en las palabras que escribió y en la vida que vivió, un camino difícil: el camino de la comunión entre la palabra y el acto, entre el compromiso político y su tarea creadora.

Una estaba ligada a la otra.
Decidió que no había ninguna frontera y fue siempre el mismo, hasta cuando participaba de la militancia activa. Y yo creo que pagó las consecuencias. Lo valeroso es que él lo supo y no le importó nada.

*Nota publicada por la Agencia ISA (Argentina)